Esta película es un melodrama en toda regla. Amantha Starr (Noreen Corcoran en su fase infantil e Yvonne De Carlo ya adulta) es una niña hija de un hacendado caracterizado por dar un trato muy 'humano' a sus esclavos negros, ya que no les somete al látigo de sus capataces.

La madre de Amantha ha muerto y está enterrada fuera del cementerio, para tenerla más cerca de sus corazones, tal y como le relata su padre cuando ella le pregunta. El padre desea que Amantha tenga una buena educación y se convierta en toda una señorita, y la envía a una academia privada en la ciudad, donde la visita de vez en cuando.

Después de unos años la niña se convierte en toda una mujer, que inicia una tímida relación, de amor y admiración a partes iguales con Seth Parton (Rex Reason), un apuesto sacerdote defensor de los derechos de los esclavos.

Su idílica vida se ve sacudida al recibir la noticia de la enfermedad de su padre. Cuando llega a la hacienda familiar el funeral por su padre esta casi acabado. Este no será el único golpe que le depare el día, puesto que descubre que todas sus propiedades han sido embargadas por las deudas (supongo que una plantación de algodón con esclavos bien tratados no sería un buen negocio en aquella época, donde los incentivos a la productividad en forma de látigo seguro que mejoraban el rendimiento de las fincas), y además descubre que ella forma parte de las propiedades embargadas, puesto que su madre en realidad era una esclava negra y según las leyes vigentes eso le convertía a ella en esclava, pese a su piel blanca.

El tratante de esclavos que la maneja la lleva a Nueva Orleans, donde pretende venderla por un buen precio, no sin antes hacer 'uso' de ella.

Ya en la subasta, será adquirida por un notorio personaje, Hamish Bond (Clark Gable) por la impresionante suma de 5000 dolares, y aquí empezará una tortuosa relación de odio/amor con su amo, y unas complicadas relaciones con el resto de esclavos negros, que gozan de un excelente trato con su amo, más como empleados que como propiedades, algo que, por principios, Amantha no llega a aceptar.

Es aquí donde conocemos a un personaje importante de la trama, el esclavo Rau-Ru (Sidney Poitier), hombre de confianza del Sr. Bond que trata y es tratado por su amo casi de igual a igual.

Hamish y su corte de esclavos se trasladan a una de sus plantaciones, donde se afianza su relación con Amantha, hasta que estalla la guerra con el norte, 'contrario' a la esclavitud (esto lo pongo entre comillas porque, a pesar de que mis conocimientos de historia de los EEUU son limitados lo que es evidente es que la discriminación racial no terminó con la victoria del norte).

Aquí la historia se complica bastante, con la incorporación de los esclavos al ejercito del norte (no sé por qué pero al ver esta parte no pude evitar recordar al bueno de Woody Strode en 'El sargento negro') y su lucha contra sus antiguos amos, así como las difíciles relaciones entre el ejercito invasor Yankee y las mujeres del sur, con la reaparición del sacerdote del inicio, ahora convertido en capitán del ejercito Yankee y defensor de la causa negra, pero que tendrá una relación con Amantha más que viscosa y desagradable.

Un final digno de tamaña historia, con el enfrentamiento entre Hamish y Rau-Ru, y de ambos con su pasado pone fin a esta película que, siendo interesante, está lejos de ser una obra maestra.

Quizás el hecho de ser una producción Warner, y no MGM por ejemplo, reste espectacularidad a la película, amén de que Clark Gable, uno de los motores principales del film, se vea un poco 'ajado' e incluso en algunas escenas con dificultades para moverse, aunque eso sí conservando aun parte de su planta y estilo propio.

Rio de plata es un western donde nos encontramos a Mike McComb (Errol Flynn), oficial del ejercito que es expulsado del mismo al finalizar la guerra de secesión. Este injusto castigo hace que su corazón se llene de amargura, convirtiéndose en un individualista casi patológico, cuyo anhelo a partir de entonces será únicamente ganar la mayor cantidad posible de dinero.

Con una suma importante de dinero que consigue no muy honradamente se traslada a Nevada, donde instala un salón de juego que le reporta grandes beneficios. Al ser el único ciudadano con gran disposición de efectivo va comprando participaciones en las minas de plata de la región hasta convertirse en el personaje más influyente, llegando a recibir al mismísimo presidente de los Estados Unidos Ulysses S. Grant, que necesita toda la plata que puedan generar para financiar sus proyectos.

El amor surge con la mujer de uno de los propietarios de minas, la señora Georgia Moore (Ann Sheridan), y no tiene escrúpulos para enviarle a él a una muerte segura a manos de los indios, con tal de 'liberarla' y casarse con ella.

Esta es la gota que colma el vaso de la paciencia de su amigo y consejero legal John Plato Beck (Thomas Mitchell), típico abogado borrachín y Pepito Grillo de la historia, único que es capaz de plantearle en su cara lo que todos (incluso él mismo) piensan de su actitud.

La película concluirá con una serie de intrigas políticas y la dramática participación de Beck en las elecciones a senador por el estado, con McComb recuperando su conciencia y la confianza de los ciudadanos.

Se trata de la séptima y última colaboración de Flynn y Walsh, un tandem que nos dejó obras de la importancia de 'Objetivo Birmania' o 'Murieron con las botas puestas', pero que en esta ocasión no llegaron a ese nivel.

Len Merrick (Kirk Douglas) es un marshal que, alertado del linchamiento de un presunto asesino acude a evitarlo y se enfrenta a Ned Roden (Morris Ankrum), cacique ranchero local, padre de la victima del asesinato, a Dan Roden (James Anderson), hermano de la víctima, y al resto de empleados y vecinos de estos, sedientos de 'justicia' y defraudados ante la perspectiva de tener que esperar a un juicio justo, como si ellos no fueran lo suficientemente justos.

Se propone trasladar al reo hasta Santa Loma, donde podrá ponerlo en manos del juez, y lo hace auxiliado por sus dos ayudantes, el veterano Lou Gray (Ray Teal) y el joven Billy Shear (John Agar). De camino pasará por la granja de Tim 'Pop' Keith (Walter Brennan), que es el supuesto asesino, donde serán recibidos por Ann Keith (Virginia Mayo), la hija de este.

Aquí se establecen dos voluntades contrapuestas. Por un lado Merrick no cejará su empeño hasta llegar a Santa Loma, y hacer justicia, y por otro Keith y su hija no tendrán otro objetivo que la fuga.

Es a partir de ese momento que la película se zafa de la posibilidad de quedarse en un convencional western de acoso y derribo, y lo hace dotando a los personajes de profundidad psicológica. Conoceremos que Merrick no pudo evitar el linchamiento de su propio padre, y que en cierta manera Keith le recuerda a este. El propio Keith hará uso y abuso de ello para descentrarlo, y su hija participará de ello en una relación de amor-odio-manipulación con el marshal francamente interesante.

Es importante mencionar que el paisaje adquiere una importancia crucial, puesto que el camino a la horca es un desierto difícil de cruzar, que acrecentará el dramatismo de todas las escenas, y nos hará sentir como se resacan nuestros gaznates.

Los secundarios ganarán importancia según avance la trama.

Gray, el ayudante corruptible de Merrick, que está dispuesto a sacrificar la justicia por un buen soborno.

Dan Roden, el hermano del muerto, que es hecho prisionero en un ataque al grupo por parte del ranchero y sus secuaces.

Billy, el otro ayudante del marshal, que morirá en brazos de Merrick victima del citado ataque.

La trama llega a complicarse hasta el punto de enseñarnos como Dan Roden llega a pactar con Gray e incluso con el propio Keith, asesino de su hermano, para librarse de Merrick, que pretende acusarle del asesinato de Billy.

Solo el tiempo, simbolizado en un reloj de bolsillo, resolverá el destino de los protagonistas.

No voy a engañar a nadie, diciendo que estamos ante una obra maestra, pero si reivindico un film destacable tanto en su historia como en las interpretaciones de los protagonistas.

El motín del Caine es una muy interesante película bélica, en la que no se dispara un solo tiro contra el enemigo (solo contra un blanco en unas maniobras).

La historia presenta al alférez Willis Keith (Robert Francis) licenciado en Princeton con muy buenas calificaciones y que es destinado al USS Caine, un barco más bien mediocre que nunca ha entrado en combate. Estamos en 1944, en plena guerra mundial.

Keith no congenia con el capitán del barco, pero a pesar de ello permanece en él rechazando un 'enchufe' para cambiar de destino.

El capitán es sustituido por un nuevo mando, el capitán Queeg (Humphrey Bogart), un tipo muy meticuloso y amante de las ordenanzas, que en un principio es del agrado de Keith.

Pronto descubrirá que Queeg es un tipo neurótico, que con su actitud obsesiva por los pequeños detalles no solo hace la vida imposible a la tripulación sino que llega a poner en peligro la misión del buque. Un diálogo impagable: 'Hay cuatro formas de hacer las cosas en mi barco: la forma correcta, la forma equivocada, la forma de la Marina y la mía. Si hacen las cosas a mi manera, nos llevaremos bien'

Keith tiene la compañía de otros dos oficiales, el teniente Steve Maryk (Van Johnson) y el teniente Tom Keefer (Fred MacMurray). El primero es un oficial integro y eficiente, y el segundo parece más interesado en escribir una novela sobre sus vivencias en la marina y hacerse rico y famoso.

Las pequeñas manías de Queeg van haciendo sospechar a todos que su salud mental no es la necesaria para gobernar una nave de guerra, siendo Keefer quien más incapié hace en ello, intentando convencer de ello al resto de oficiales, especialmente a Maryk, que es quien por su antigüedad quien debería asumir el mando.

La decisión no es sencilla, dado que si un consejo de guerra interpretase la retirada del mando de Queeg como un motín, la pena sería la horca, puesto que estamos en plena guerra.

La pérdida de papeles por parte del capitán durante un tifón les empujará a tomar la decisión definitiva, y Maryk tendrá que enfrentarse al temido consejo de guerra, donde en principio las cosas no pintan nada bien.

En esta ultima parte de la película aparece un personaje capital en la historia, el teniente Barney Greenwald (José Ferrer), que ejercerá la función de abogado defensor de Maryk.

El juicio no se resolverá hasta la intervención del último testigo, aunque creo que lo verdaderamente importante de la película es el epílogo final, donde Greenwald pondrá a cada uno en su sitio.

El origen de la historia es la novela del mismo título de Herman Wouk, que fue premiada con el Pulitzer de narrativa y se convirtió en un bombazo de ventas. Esto atrajo a Hollywood, pero la historia que contaba no era fácil y hubo más trabajo de preproducción, para lograr el apoyo de la marina americana, sin el cual era imposible, que en el verdadero rodaje.

Al final se consiguió el citado apoyo, principalmente gracias al plano de apertura donde se leía el siguiente rótulo: "Jamás ha habido motín alguno en la Marina de Estados Unidos. La verdad de esta historia descansa no en sus incidentes, sino en la manera en que unos hombres afrontan la mayor crisis de sus vidas". También fue necesaria la edulcoración del final.

Cosechó un gran éxito de público, y fue apreciada por la academia, que le otorgó 7 nominaciones. Fue el año en que arrasó 'La ley del silencio', lo que no deja de ser cruel para Dmytryk, víctima de la 'caza de brujas'.

Es un claro precedente de 'Marea Roja' de Tony Scott, y su mensaje tiene mucha relación con el parlamento final de Nicholson en 'Algunos hombres buenos'. Entiendo que básicamente sería: ¿Tenemos derecho a juzgar la capacidad de unos hombres que acuden a defender nuestro bienestar en una guerra, mientras nosotros estamos tan tranquilos en nuestras casas? ¿Qué hacemos con ellos cuando la presión les vence?

Mi opinión es que una persona que sobrepasa los límites debe ser apartada del mando, independientemente de los servicios prestados y las medallas que jalonen su pechera. La respuesta de la sociedad deberá ser proporcional al nivel en que los haya sobrepasado.

Antes de comenzar la reseña quiero dejar claro que la misma trata sobre la versión Redux de la película, y no sobre el montaje original.

La verdad es que da un cierto vértigo reseñar esta obra, por su calidad y profundidad, pero ahí va mi intento.

La estructura de la película podríamos compararla con una road movie. Tenemos a un personaje que realizará un largo viaje con un único objetivo, encontrar y matar al coronel Kurtz (Marlon Brando), un militar con un historial impresionante pero que se ha desviado de la linea ortodoxa del ejercito americano en la guerra de Vietnam.

Este personaje, el capitán Willard (Martin Sheen), deberá adentrarse en Vietnam a través de un río (nunca sabemos del todo si está en territorio enemigo o amigo, aunque en el fondo todo el trayecto se realiza en territorio hostil), localizar a Kurtz y eliminarlo. Durante su viaje conseguirá evolucionar en su pensamiento y conocer un poco los motivos que llevaron a su victima a desviarse de la linea recta.

Siguiendo con el símil de la road movie yo veo como partes principales del film la serie de encontronazos que tendrá el protagonista durante su viaje con distintos personajes y situaciones, y su relación con sus compañeros de viaje:

Destaco la reunión en la que se le asigna la misión, donde se nos presenta esta como algo necesario dado que Kurtz ha perdido totalmente el norte y se ha convertido en un demente, y que viene precedida por uno de mis momentos favoritos, en el hotel, donde la mezcla de helicópteros y ventiladores nos da una primera pista de la locura en la que vamos a ser sumergidos.

Como no hablar del coronel Kilgore (inolvidable Robert Duvall), que con la situación que crea y sobre todo sus diálogos nos hace comprender que hablar en la guerra de locos y cuerdos es algo muy complicado.

La doble escena con las playmates nos introduce aun más en la demencia de las situaciones y los personajes, sobre todo en la segunda escena añadida en este montaje, que es verdaderamente sobrecogedora.

Otra escena añadida en este montaje, en el campamento francés, añade matices que hacen quizás que entendamos algo mejor la película.

Por supuesto también destaco la parte final, donde por fin conoceremos a Kurtz y aparece un periodista interpretado por Dennis Hopper que nos da ciertas 'descripciones' sobre su personalidad que resultan muy interesantes.

También Willard crece en función del contacto que mantiene con sus compañeros de viaje, la tripulación del barco en el que viaja, que están tan desquiciados como él o cualquier otro personaje del film.

No he leído demasiado sobre el tema e ignoro cuales eran las intimas razones de Coppola para filmar esta historia, pero creo evidente su deseo de ofrecer una visión de la guerra como algo inhumano, donde el sentimiento es devorado por el instinto, y se 'animalizan' las conductas. Kurtz es acusado de loco y en realidad da la sensación de que ha visto claramente la situación y ha optado por hacer su propia guerra, cualitativamente no más desquiciada que la 'oficial'.

Como anécdota recordar que está interpretada por algunos actores que en su momento no eran demasiado conocidos, y que posteriormente lo serían mucho más (tenemos a Harrison Ford, Larry Fishburne o el mismo Martin Sheen, por poner algunos ejemplos)

La historia se basa en 'El corazón de las tinieblas' de Conrad, novela que he leído y que no he sido capaz de comprender. Reconozco que su lenguaje enrevesado me derrotó.

En fin una película digna de verse, no una sino varias veces, y dejarse envolver por lo hipnótico de sus imágenes y por lo profundo de sus reflexiones.

Es difícil decir que es una mala película. Es difícil decir que es buena.

Es una fabula mágica en la que la chica no conoce el amor y el chico quizás ha conocido demasiados. Un accidente de moto los unirá y el amor hace el resto.

En cuanto vi la breve sinopsis que estaba colocada en la taquilla del cine ya sabia como terminaba la película. A que vosotros también.

A mi mujer le ha encantado. He ganado un crédito para llevarla a ver una de acción.

La película se basa en el caso real de Nathan Leopold y Richard Loeb, dos universitarios procedentes de familias adineradas que secuestraron y mataron a un chaval de 14 años, en 1924. (Fleischer utiliza como base un best seller escrito sobre el citado caso, que ya había usado Hitchcock para ‘La soga’).

La película se divide en 2 partes. La primera nos muestra a los 2 jóvenes (Art Strauss –Bradford Dillman- y Judd Steiner –Dean Stockwell-) a partir de haber cometido el crimen. Veremos su forma de ser, absolutamente violenta contra la sociedad que los acoge, veremos su relación entre ellos, basada en el dominio de Art y la sumisión de Judd, que sufre por no ser capaz de atender todas las ordenes de su ídolo (el trasfondo homosexual de la pareja creo que es bastante obvio), y veremos sus motivaciones, como por ejemplo su rebeldía, su ansia de demostrar su superioridad sobre el mundo en que viven cometiendo un crimen perfecto.

Veremos también su entorno familiar, totalmente desestructurado, como en el caso de Art, cuya madre se preocupa únicamente de sus partidas de cartas con sus amigas, o el de Judd, donde su hermano mayor es el único que parece preocuparse por él, asumiendo el rol de un padre dedicado a otros menesteres. Es curioso que Art, que en teoría es el manipulador e instigador de toda la acción nos es presentado como un chico encantador, lo que podríamos denominar ‘el alma de cualquier fiesta’.

La película evolucionará mostrándonos toda la evolución de las pesquisas policiales, para pasar a una segunda parte centrada en el proceso judicial, donde el protagonismo casi absoluto recae en el letrado defensor, un Orson Welles que está en su línea de gran actor, y que yo creo que es el encargado de mostrarnos el mensaje que el director quiere transmitir a la América de los 50, en un ambiente de posguerra donde la juventud ha perdido una serie de valores y se han convertido en ‘rebeldes sin causa’ casi predestinados hacia la violencia.

Por mi parte disfruté mucho más de la primera parte de la película, con mucho más ritmo que la segunda, en la que el largo alegato de Welles parece no tener fin.

No obstante, la película es muy recomendable.

Thomas Farrell (Robert Taylor) es un abogado criminalista que se dedica a defender a gángsteres y que es capaz de obtener un veredicto absolutorio para el peor de los criminales, utilizando para ello todas las artimañas que el sistema le permite (utilizará en su defensa toda una batería de efectos teatrales, como apelar a la sensiblería del jurado o usar sus propios defectos físicos –tiene una aparatosa cojera-, que exagera cuando está en la sala del tribunal-)

Gracias a sus éxitos judiciales en defensa de los peores elementos del hampa de Chicago se ha ganado una posición y un prestigio que le hace ser temido por fiscales e incluso jueces.

Un día en una fiesta organizada por el gangster Rico Angelo (Lee J. Cobb), su jefe y en cierto modo dueño, conocerá a Vicki Gaye, una corista que cambiara su vida. (Quien no cambiaria su vida ante las piernas de Cyd Charisse). Vicki malvive gracias a sus piernas en espectáculos de dudoso gusto y completa sus ingresos acudiendo a este tipo de fiestas, donde no se espera precisamente que baile (al menos no con los zapatos puestos).

Abogado y corista han renegado del amor por sus anteriores experiencias, pero no podrán evitar intentarlo de nuevo. Farrell intentará dar un vuelco a su vida en todos los aspectos, en lo personal operándose de su cojera, y en lo profesional desligándose de su clientela para dedicarse a su oficio más honradamente. Sin embargo Vicki será al mismo tiempo quien le impulse al cambio y quien lo impida, gracias a las amenazas hacia ella de Rico, que le ordena llevar un último caso y salvar de la condena a Cookie La Motte (Corey Allen), un gángster en ascenso que está en el punto de mira del fiscal Stewart (Kent Smith).

La Motte comete un crimen durante el juicio y Farrell es detenido como cómplice, con el fin de obtener su colaboración, que ‘cante’ y atrapar a toda su clientela. En ese momento Farrell será sometido al chantaje del fiscal y deberá decidir si se come el ‘marrón’ el solo, o si ‘canta’, poniendo en peligro la vida de su amada.

Violenta película de Nicholas Ray, que merece totalmente la pena.

A los aficionados al género gangsteril les puede sorprender con varias escenas antecedentes de otras más modernas, como la escena de Caponne con el bate en 'Los intocables de Elliot Ness' o las escenas de crímenes paralelos en los 'Padrinos'.

Colorado Jim es un western de Anthony Mann que atesora grandes virtudes para ser considerado de visión obligada para cualquier amante del género, y del cine en general.

Solo aparecen 5 personajes, que están perfectamente definidos en los primeros minutos de la película:

Howard Kemp (James Stewart). Se trata de un ranchero que, a su vuelta después de la guerra civil se ha encontrado sin tierras, y ha decidido recuperarlas ganando un dinero fácil como cazarrecompensas.

Ben Vandergroat (Robert Ryan). Asesino buscado por la ley, que supone para Kemp una bolsa de dinero con la que rehacer su vida.

Roy Anderson (Ralph Meeker). Un soldado licenciado con deshonor, por su brutalidad contra los indios y su bajeza ante las mujeres.

Jesse Tate (Millard Mitchell). Se trata de un viejo buscador de oro que verá a Vandergroat como su última oportunidad de encontrar un 'filón'.

Lina Patch (Janet Leigh). Compañera de Vandergroat, a mi no me queda claro si este ejerce con ella funciones de 'padre' o de amante.

En principio tenemos a Kemp y Vandergroat enfrentados en una posición de difícil salida. El primero no puede atrapar al segundo, que tampoco puede escapar de aquel.

Pronto Kemp encuentra a Anderson y Tate que pasaban por allí y se ofrecen a ayudarle (Kemp dejará que crean que es un representante de la ley, y no un simple cazarrecompensas).

Una vez que la presa es atrapada, este se encargará de ir sembrando dudas y desconfianzas entre sus captores, desvelando la verdadera personalidad de Kemp y su propio valor como prisionero, que usará para avivar la codicia de todos ellos. No dudará en usar a Lina como objeto de deseo sexual al principio, y como señuelo sentimental más tarde, cuando los sentimientos de Kemp hacia ella ya no puedan ser disimulados.

Vandergroat conseguirá su objetivo de enfrentarlos y escapar de ellos, hasta el vibrante final en el que el enfrentamiento y la muerte serán inevitables.

Un gran western del dúo Mann-Stewart, que a pesar de estar rodada enteramente en exteriores se desarrolla en un ambiente muy claustrofóbico, con los personajes atrapados entre barrancos, ríos imposibles de vadear, y sus propias miserias.

Esta película nos narra la historia de redención de Jim Wilson (Robert Ryan), un policía ultra-violento que se ha adaptado a la violencia de las calles por las que patrulla a base de devolver a las calles su propia violencia multiplicada. No duda ni por un instante en golpear a sospechosos y testigos, sean hombres o mujeres. (en un momento dado se preguntará a si mismo mientras interroga a una testigo por qué no 'cantan' cuando él comienza a preguntar, si al final siempre acaban haciéndolo).

En una primera parte de la película le veremos por las calles de la ciudad, siempre de noche, con sus compañeros de patrulla, en persecución de dos delincuentes que han matado a unos policias. Todo el departamento está movilizado (no es un buen mensaje para las calles el hecho de que dos asesinos de policías esten sueltos), pero será nuestro protagonista el que contribuya a su detención aplicando métodos no demasiado respetuosos con el estado de derecho.

El jefe de policía le encargará una misión en el campo, investigando el asesinato de una niña, con la excusa de que el sherif local ha solicitado colaboración.

Es en ese ambiente rural donde se desarrolla la segunda parte de la película, en donde la desolación de una ciudad deshumanizada y llena de delincuentes es sustituida por la desolación de un campo nevado, donde las casas distan kilómetros unas de otras, en un ambiente totalmente hostil para el hombre.

Alli encontrará al sherif, que no confia mucho en sus metodos 'de ciudad', y sobre todo al padre de la niña asesinada Walter Brent (Ward Bond), que no tiene otro interés que matar al asesino de su hija, y que no se separa de una escopeta que utilizará a la menor ocasión.

En seguida localizarán a un sospechoso, que será perseguido a través de campos nevados hasta la rodilla, donde Wilson podrá seguir a duras penas al implacable y vengativo padre, ya que va vestido con su ropa de ciudad y se hunde en dos palmos de nieve, y además carece de su ciega ambición de venganza.

En su persecución llegarán a la casa de Mary Malden (Ida Lupino), una mujer ciega que parece vivir sola, y donde creen que se ha refugiado el asesino.

Allí Wilson sufrirá una gran transformación, que se completará en un violento final en el que las ansias de venganza serán colmadas, dando paso a un sentimiento de compasión y culpa que le transformará quizás para siempre.

Me gusta una frase del crítico Carlos Losilla que dice algo así como que el equilibrio final de la pareja vendrá dado por todo lo que él ha visto en su vida policial, que se verá compensado por la ceguera de ella.

He colocado el título en castellano aunque con dudas dado que buceando en internet me encuentro con varias versiones del mismo, como 'La casa de las sombras' o 'La casa en sombras'. Incluso la imdb me da un delirante 'Valle radioactivo' que no sé a qué viene.

En mi opinión la película de Nicholas Ray adolece de un bajón notable en su ritmo en cuanto la acción sale de las calles para pasar al campo abierto. Quizás tanta nieve me dejó un poco helado.